sábado, 18 de diciembre de 2021

Cuentos Voraces (REVIEW)

Conforme leía los relatos del libro Cuentos Voraces, los fui comentando por Twitter. En un primer momento no quería hacer una crítica de los relatos porque no es mi campo y porque no me veía capacitado. Sin embargo, disfruté tanto del libro que quise hablar de los relatos, quise examinarlo, cortarlo con mi bisturí literario y estudiarlo palabra por palabra. Podría ser una buena oportunidad para aprender de otros escritores, pensé. ¡Y así fue! Los integrantes de Cuentos Voraces comentaron y agradecieron con todo el cariño del mundo mis críticas, aunque no fueran profesionales. En esta entrada he recopilado los tweets que publiqué acerca del libro. Espero que os guste.

Portada: Cuentos Voraces

1. Los dos solos, como siempre. Al leerlo te sientes como en casa, abrazado. Recuerda a los pucheros de los domingos en casa de la abuela. Hay mucho amor y cariño en la historia. Habla sobre la vida y el... ¿hambre? con la sutiliza y delicadeza de un cirujano. Mi única pega, quizás, es que parece que los personajes se quedan un poco cortos. Creo que es porque tienen los roles muy marcados. En esta situación no hay roles. La gente no sabe cómo actuar y hace de poli bueno y malo a la vez. Me hubiera gustado ver algo así. Que alguien rompa a reír por la ironía de estar comiendo un plato que ELLA odia y, al momento, cambie de repente y llore de repente.

2. La fosa común. El relato que unió las letras y las mates. Al principio, por falta de costumbre, me costó pillarle el truco a la narración. Pero nada, al segundo párrafo ya estaba dentro. Quiero escribir como Esther. Quiero saber utilizar los signos de puntuación como ella. El recurso literario con el que más me divierto es la repetición. En todos mis relatos hay elementos que se repiten en la cabeza de los protas. Pues bien, me alegra no ser el único que repite todo como un tonto. Esther lo lleva a un nivel superior y es genial.

3. La mañana de una mano santa. En la crítica breve no he hablado nada de la historia del cuento para no desvelar algún que otro spoiler sin querer. ¡Y es que hay que leerla! Al poco que diga podría estropear la experiencia del lector. Stephen King, mi maestro, dice que los escritores somos unos mentirosos. Podemos hacer que nuestros lectores crean lo que están leyendo. Tu cuento, Gonzalo, (no sé si leerás esto) es una perfecta mentira. Puedo CREER que las mañanas de Rasputín son tal y como me las cuentas. Y es que no nos tiene que importar ser completamente fieles a la historia. Podemos modificarla, mejorarla, como tú lo has hecho. Somos mentirosos, pero esto no quiere decir que engañemos al lector. Nuestros cuentos se transforman en leyendas, mitos y, al tiempo, verdades. Me gustaría señalar un par de cositas que yo, sin ser ningún experto, diría de otro modo. Estamos en Rusia. ¿Qué sentido tiene comparar una chica con una joya egipcia o mencionar las musas griegas? Usemos la mitología del lugar. Transportar el lector no se consigue solo mencionando las calles o la comida de Rusia, sino, para mí más importante, hablando como un ruso. ¿Qué comparaciones haría? ¿Dichos populares? Si no los conozco, me da igual, los puedo inventar porque soy un escritor, un mentiroso.

4. Amores Gustativos. No puedo decir nada malo de este relato. Es genial. Es el relato perfecto PARA MÍ. La protagonista de la historia hace un repaso de los hombres que le acompañado en relación con su dieta con un tono burlón, como si se estuviera riendo de ella misma. El cuento es perfecto para mí. Lo estuve leyendo con una sonrisa en todo momento. La naturalidad con la que habla la protagonista, sin tristeza ni alegría, sino como si estuviera diciendo: qué desastre soy con mi vida y mi dieta jajaja. LA PAELLA DE VALÈNCIA PORTA GARROFÓ Y BACHOQUETA!

5. Sabor a mar. Conseguir poderes por medio de comer a alguien es un concepto que todo el mundo hemos leído, creo yo. Lo hemos visto en leyendas que hablan de magia y vudú e incluso en Drácula. El premio en este relato es cómo lo cuenta, por medio del amor al yayo. La magia está muy presente en la vida de la protagonista y en su búsqueda de nuevos sabores, experiencias y conocimientos. Es, en parte, una científica que ansía descubrir el mundo. Tengo un par de pegas referentes a la historia. La edad de la chica es un poco difusa. El tiempo transcurre muy acelerado y uno no sabe a qué edad comete su primera aventura gastronómica o a qué edad los experimentos culinarios se tornan más horrendos. Soy un poco como esta chica: curioso. Mi hambre está en la magia. Me hubiera gustado saber más del yayo. Él es la fuente de conocimientos de la chica, el punto donde viene la magia. Sabe todos los secretos de la magia y el mar, pero en ningún momento le vemos ejercerlos.

6. Amada mía. El santoral está repleto de historias grotescas que parecen sacadas de un libro de terror. ¡Y no estoy exagerando! Ana Medina estaría de acuerdo conmigo. Aquí tenemos una de esas historias que nos retorcerán el estómago. La devoción es uno de los sentimientos que más difíciles me parece de plasmar por escrito. Una creencia ciega hacia algo que no podemos tocar y que otras personas no sienten con el mismo impulso. Ana sabe sacar el mejor partido a este sentimiento. Sin embargo, echo en falta otra serie de sentimientos. Hace unos meses revisioné la peli Super, de James Gunn; otro tipo de devoción. El prota de la peli pasa por una serie de sentimientos, idas y venidas, es una canción con muchas melodías. Catalina, en este relato, es una canción de una única nota. No vemos otro aspecto de ella que no sea esta devoción, esta hambre espiritual.

7. Buitre Encapuchado. ¡Lo reconozco! La culpa es mía. No conecto con las historias que suceden en el tercer mundo. Las veo muy lejanas, cuando, en realidad, están más cerca y son más reales que esos mundos de fantasía de dragones y reyes que me gustan leer. Silvia lo demuestra con su relato. Nos da un bofetón en la cara y nos dice: esto existe, es de esta manera. ¡Hay gente que pasa hambre! Y no es la única lección que recibo del relato. Los recursos literarios, las metáforas y comparaciones, son geniales. Las metáforas son confusas y hasta el final no sabemos a qué se refiere. ¡Porque las escribe un niño que está aprendiendo! No sé si esto es impresión mía o está hecho intencionadamente, pero me ha gustado mucho el detalle. Kamal no sabe que es una metáfora o una comparación, pero Silvia y nos lo demuestra jugando con esta confusión. Ese detalle, repito, no sé si me lo estoy imaginando o no, me ha parecido encantador.

8. Sonidos de Caoba. Hace unos días publiqué un relato que tenía el onanismo como eje central del relato. ¡Chócala Víctor! Y es que es un tema que habitualmente solemos esquivar, pero que todo el mundo conocemos. En este relato va un paso más allá y no solo utiliza un tema tabú como pilar, sino que además lo baña de una dosis malsana de incesto como si fuera uno de esos hentais japoneses que lían los hermanos, los primos y los padres; todos a la vez. Lejos de parecer grotesco, a mí me ha dado la sensación de ser cercano. No es como... el relato que publiqué yo que lo hice con la intención de ser grosero. Víctor utiliza la grosería para plasmar una fantasía más cruda y real de las que aparecen en los hentais. Un aspecto que podría dar mejor resultados es utilizar otro tipo de lenguaje. Nos ponemos en la piel de un chaval, supongo que tendría 13 o 14 años; no muchos años. Sin embargo, el relato presenta palabras sofisticadas que un chaval no usaría.

9. Hambriento. Hombres lobo > vampiros. Me da igual lo que diga la gente. Yo soy team lobo. El sentimiento animal, visceral, esa hambre salvaje, me atrae muchísimo. He hecho rol utilizando lobos, por eso me ha sido muy fácil conectar con este relato. El ritmo es importante. Creo que en ocasiones como ésta debemos dar una patada a los libros de gramática y saltarnos las normas por el bien de la historia. ¿Qué quiero decir? Es diferente decir:

Me levanto. Voy a trabajar. Llego a casa. Me acuesto.

Me levanto, voy a trabajar, llego a casa y me acuesto.

El segundo ejemplo es correcto, según los libros. El primero, al ser más pausado, nos da una sensación de cansancio, rutina y de aburrimiento. Pienso que, al tratarse de un animal salvaje, un ritmo lento, como el que he mostrado, podría dar un mejor resultado. Nos daría ese aire irracional que pega tan bien con las criaturas de la noche.

10. El vigilante. Me divertí mucho con este relato. Simple, bonito y para toda la familia. Tiene un toque a esas novelas de humor negro de Tom Sharpe, donde los tontos acaban siendo los reyes del mambo. La sorpresa final se veía venir, pero no importa. Por mi parte, estaba deseando que ese momento llegase, quería que pasase y si la resolución del conflicto que me había imaginado (la acerté) hubiera sido otra, me habría molestado. ¡Esa es la magia de que algo sea predecible!

11. El circo del hambre. Este es el relato que menos me ha gustado. El tema lo he visto mil veces en pelis, juegos y series, está muy trillado. Aun así, se puede sacar partido. Las pelis policiacas también están muy vistas y se siguen haciendo a mares. Lo que quiero decir es que cuando se escoge un tema tan visto, como el survival, hay que innovar. En este caso, a medida que pasasen los días, hubiera jugado con todo un abanico de emociones entre los protagonistas; que pasarán del amor al odio por un gran espectro de colores. Aquí solo vemos odio y rencor desde el minuto cero. Cosa que hace que no podamos empatizar con los personajes. Otro detalle a mejorar es el villano. Ponerle cara habría sido un acierto. ¿Qué cara? No hace falta que sea una persona: un muñeco, una marioneta o un deje en la voz. Que sea una voz neutral que suena en el megáfono le quita valor. Estoy pensando en el muñeco de SAW, en la marioneta de historias de la cripta, en la voz que suena en La Purga.... Aunque no pongamos una persona, reconocer al villano por un detalle da mucho juego.

12. Vello en la nuca. ¡Estamos calientes con el tema incesto! No voy a ser yo quien de un puñetazo en la mesa y se ponga en contra. Este relato hizo saltar todas mis alertas. Aguanto bien las groserías, pero esta.... es GENIAL. Y sí, se puede disfrutar de las groserías, siendo desagradables. Es como cuando nos ponemos una peli de matanzas solo por el gusto de ver las muertes. ¡Existe ese placer! Por eso amo a Stephen King, porque es el maestro de las groserías.

13. El gorro de lana. Este relato tiene sus pros y sus contras, como todos. Vemos otra lección sobre el tercer mundo. Aquí, el hambre no se desenvuelve en la comida exclusivamente, sino también en la droga. ¡Una doble bofetada a nuestra comodidad del primer mundo! La lección viene dada por tres voces: la chica que presenta la historia, Samir y Abdelkrim. Pienso que hubiera sido más interesante, también difícil de escribir, que, en lugar de tres narradores, hubiera sido un diálogo entre estas tres personas: con preguntas, interrupciones.... El lector hubiera sentido que está al lado de los protagonistas, compartiendo la comida y las historias de estos. Es muy difícil escribir un buen diálogo a ese nivel; pero hubiera sido magistral. ¿Qué ocurre? Que, al no haber una interacción entre los personajes, se ve como historias inconexas; como si no tuvieran relación los unos con los otros. Como si el viaje de las chicas fuera una cosa y Abdelkrim y Samir otra cosa separada.

14. Apetitos. Cuando un relato me gusta no se me ocurre qué decir. Por mucho que me gusten los lobos y los vampiros, amo conocer nuevos monstruos. Seguro que hay mil monstruos, criaturas, fantasmas y leyendas que todavía no se han escrito. ¡Aquí un par de esas nuevas criaturas!

15. La necesidad. Las historias oníricas son complicadas de escribir. El relato mola un montón. Nos propone un ambiente relajado, amigable incluso, y de pronto, PUM, todo cambia y presenciamos una escena de terror espantoso. Ese cambio tan brusco me hizo salir de la historia. No hay una transición. Directamente, el relato nos da un puñetazo en la cara y nos dice: ¡ya te la apañaras! ¿Qué no sabes quién es Mandy? Apáñate. A mí me resulto difícil saber quién es quién. Entiendo que se ha hecho con ese propósito, por mantener la ilusión de estar en una ensoñación. Aun así, me resulta complicado decir una pega al relato. Yo, que no soy un experto en nada, lo hubiera planteado de otra manera.

16. Fames Affectio. Lo mismo que dije con Amores Gustativos, lo repito aquí. ¡Qué genial! De mis relatos preferidos del libro. Sabe cuándo tiene que ser dulce, sabe cuándo tiene que ser duro y sabe llegar a mi frío corazón. ¡Qué bueno! ¿Qué más quiere que os diga? ¡Parece un relato escrito para mí, para cualquier lector! Delia quiere que nos enamoremos de su protagonista y, no solo eso, también que estemos a su lado, que le demos la mano y que no nos separamos de ella. El relato es una carta de amor. ¡Eso es! Una carta de amor escrita a los amores del pasado.

17. Venatrixe. Terminamos la colección con buen sabor de boca. ¿Lo pillas? ¡SABOR DE BOCA Y HABLAMOS DEL HAMBRE! El chiste es horrible, pero no he podido evitarlo. El relato es una PASADA. He leído muy poquitas historias sobre masoquismo contadas por la víctima. Suele ser más atractivo, leer desde el punto de vista del victimario. ¿No es así? ¡Pues no! Rafael, gracias por demostrarme que estaba equivocado todo este tiempo. Y gracias también por enseñarme que el hambre no es solo necesidad de comer, también de ser comido. Lo que no entiendo es la decisión de remarcar que estamos en ese momento histórico. Lo señala varias veces, pero no tiene ninguna razón. Que estemos en X país y en X momento no influye en la historia. Hubiera podido suceder en cualquier país y en cualquier tiempo.

 

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