El #WrimoLDME es un concurso de micro relatos que se
organiza mediante facebook y twitter. Lo debo reconocer, yo no conocía a La maldición del escritor (así se llama la página). Me topé por ella por casualidad, porque
una persona que sigo en twitter compartió el anuncio del concurso. Aquello
ocurrió en agosto, a pocas semanas de empezar. Me llamó mucho la atención. Era
la primera vez que me unía a un grupo medianamente serio de escritores y que
participé en un reto tan complicado como lo fue el #WrimoLDME. Me asombró
muchísimo la cantidad de participantes que había, con un nivel grandísimo la gran
mayoría. Los primeros días se juntaban más de cien relatos. Los últimos días
del concurso, sí que es verdad, que se rebajó muchísimo el número de relatos
qué leer; quizás por saturación. Conocí a tanta gente interesante que llegué a
confundirme a la hora de felicitar a
alguien por su relato. Al final resultaba que el relato lo habían escrito otra
persona o que ni siquiera concursaba, estaba de espectador. Me pasó más veces
de las que estoy dispuesto a admitir. Eso sí, las risas nadie me las quita.
Aunque me confundía con frecuencia y me encontré realmente perdido en más de
una ocasión, siempre había alguien dispuesta a echarme una mano o criticar mis
relatos. Siempre se ha dicho que la comunidad de twitter, en general, es muy
tóxica y repulsiva. Tal vez sea un afortunado, pero todas las personas que he
conocido en el #WrimoLDME , ya sean organizadores o participantes, me han
parecido majas y simpáticas. Me gustaría hablar más con ellos y conocerlos un
poco mejor.
Y es aquí donde reside la magia del #WrimoLDME , en las
personas. Participé en el reto, lo voy a reconocer, para ganar promoción para
La canción de Azäir. No voy a mentiros. Promoción poca. Si no fuera por todas
las personas maravillosas que he conocido y la alegría que transmitían, habría
abandonado el reto a los pocos días.
No voy a hablar de la organización del concurso puesto que,
como he dicho, al ser la primera vez que entro en un reto de este estilo, soy
incapaz de compararlo con otros y evaluarlo. Es posible que haya mejores
páginas que ésta y justo, por casualidad, he caído en la más pobre o, al revés,
por la misma casualidad, he caído en la página que mejor organiza esta serie de
retos. Como es un tema que no tengo forma de saberlo, no quiero entrar a hablar
de ello. Lo que sí puedo decir es que a mí me ha gustado mucho. La atención que
he recibido y que he visto que otros participantes recibían por medio de los
administradores de La maldición del escritor ha sido espectacular. Os doy las
gracias por ello, por dedicarle horas y horas a leer y evaluar todos los
relatos y, sobre todo, por ofrecer la oportunidad a los escritores
(profesionales y amateurs) de que nos conozcamos.
Por último quisiera hablaros de las dificultades que he
tenido a la hora escribir los relatos. Estoy acostumbrado a escribir relatos de
2000-4000 palabras. Los micros del reto no podían superar las 150 palabras. Eso
norma, para alguien como yo que escribe grandes textos incluso hablando por
wasap, resulta horrible. Tuve que hacer un gran esfuerzo por olvidar todo lo
que estaba acostumbrado, abrir la mente y experimentar con un tipo de escritura
que nunca había tocado. El resultado: los primeros textos fueron patéticos y
los últimos algo mejores. Me quedo con la mención de honor que recibí el día
21. Os lo dije, en un relato de la última semana de septiembre.
Tras finalizar el concurso y ver mi mención de honor, se me
ocurrió que sería escuchar, no los consejos de alguien que estuviese acostumbrado
a escribir micros, sino los de una persona que ha tenido un mes para fracasar,
experimentar, mejorar y triunfar. Así que, voy a provechar esta última parte
del post para continuar con uno de los apartados de La canción de Azäir que más
interesantes me resultan: Consejos para escribir mejor.
1. Cuenta la historia que te gusta:
A la hora de escribir los primeros relatos del
reto, pensé en la historia que podría gustar a quienes me leyeran. No en lo que
más me divertía a mí. Me costó horrores adaptarme al formato de 150 palabras
(como ya os he adelantado). Los relatos que preparaba, superaban por creces el
límite de palabras, los borraba y pensaba en otra historia que pudiera gustar.
Tomé como referencia series, películas, libros e, incluso, los relatos de los
demás compañeros. La historia final que resultaba era una que no me pertenecía.
Yo estaba orgulloso de ella, y lo sigo estando. ¡Logré cumplir con el límite de
palabras, qué bien! Pero, algo en mi interior decía que podía estar mejor.
Luego de muchos más micros me di cuenta en qué debía mejorar: en la trama de las historias. Debía hacerlas mías y de nadie más.
2. Habla de manera habitual
En los primeros relatos, al verme rodeado
de escritores muy buenos, quise dar lo mejor de mí. Me expresé de una forma que
no era la mía habitual, utilizando palabras más rebuscabas que al leerlas
sonaban muy bien. Las colocaba sin sentido. ¡Eh, mirad, uso palabras extrañas,
soy especial! Para nada, resultaba muy patético. Los relatos que más me divertí
escribiendo y que más gustaron fueron aquellos que escribí con mi voz, con las
palabras que conocía. Los relatos en los que no pretendí ser lo que no era.
3. Escribe todo lo que tengas que decir, luego
borra lo que sobra
Este truco lo aprendí tarde. Reconozco que
todavía me siento reacio al borrar partes de lo que escribo. Es algo que debo
intentar corregir. En un micro, donde se debe de cumplir con un límite de
palabras, es muy importante seleccionar todo lo que se tiene que decir y, más
importante, desechar las frases sobrantes. El truco está en primero escribir el
relato sin mirar las palabras. Una vez se tiene, borrar las frases redundantes
y descripciones abusivas. ¿A qué llamo descripciones abusivas? Cuando en el
relato hablas de unos astronautas en el espacio y describes sus trajes. Con las
palabras astronauta y espacio, el lector ya se ha imaginado los trajes
espaciales, no es necesario incidir en ellos.
4. Experimenta
Salir de la zona de confort siempre es
complicado, pero la recompensa es gigante. Uno de mis relatos favoritos estaba
escrito como si fuera un crucigrama. Ganó el premio de su día y el segundo
puesto en global.
5. La palabra establecida no es el tema del
relato
Otro error de los primeros días. En este
reto se establecía una palabra que, por obligación, tenía que utilizar en el
relato de cada día. Al principio, pensaba en una historia que girarse en torno
a esa palabra. ¡Qué desastre! Tardé en darme cuenta que podía utilizar cada
palabra en casi cualquier contexto. Podría hablar de tartas de fresas en un
relato cuyo tema principal fuera la necrofilia, por ejemplo. ¿Cómo? Ahí está la
tarea del buen escritor. En frío, se me ocurre comparar el color rosa del
interior de un cadáver fresco con el color de una tarta de fresa.
6. 150 palabras da para contar más 10
historias
Si se tiene un tema en mente y si se sabe que
escribir y qué borrar, 150 palabras son suficientes para contar decenas de
historias. Como escritor, no tengo por qué narrar todas esas escenas. Con solo
150 palabras es imposible contar 10 historias, son 15 palabras por trama. Tengo
que esforzarme en saber qué contar y qué dejar a la imaginación del lector.
Recuerdo un genial micro de terror, conocido de sobra por el folclore popular,
que dice así: “El último hombre sobre la tierra estaba sentado solo en una
habitación. De repente, tocan a la puerta.” Con 18 palabras y la imaginación
del lector, dieron lugar a unamuy buena historia. ¡Imaginaos que se puede hacer
con 150!
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